Blog (Relatos, Vivencias, Historias, Cuentos)

Un conjunto de historias nómades que emigran de manos en manos, de corazones en corazones, un cuaderno de bitácora como un árbol que brinde sus hojas, para que puedas compartir y regalar en cada texto, la magia, que contiene este puñado de palabras.


Jose Luis Colombini


Cuenta la historia y la leyenda, palabras doctas y sabias de Oriente y Occidente, escribanos de todos los tiempos, que Scherezada, la protagonista de Las Mil y una Noches, fue salvada por la palabra, la historia magnética contada por ella cada noche, en el run run del oído y los sentimientos del sultán Schahariar, en el alto lecho de aquellos días. Intento que estas letras, frases, versos, palabras me salven, con eso ya me alcanza.

Noches de cine

Era 1980. El año donde aparece la tv en colores en Argentina y que mataron a Lennon. El año en que duplicamos la deuda externa y que 58 países boicotean los juegos olímpicos de Moscú por la invasión soviética a Afganistán. El año donde me empezaron a dejar a ir al cine solo los sábados a la noche.

Una noche de esas, noche fresca de otoño fui al Gran Ocean, una de las dos salas que había en la ciudad donde aún vivo. En esa época daban dos películas la primera era siempre más vieja y la segunda un estreno. No recuerdo cual era el estreno que proyectaban, pero si la primera que era The car, El auto, también conocida como asesino invisible.

La trama es de un auto negro sin conductor que atropella y mata gente, una pareja de ciclistas, un muchacho que hacía dedo entre otros.

El investigador Wade se obsesiona con detener a este asesino invisible.

Por una persona que vio el auto saben que no lo conduce nadie. Wade es perseguido por el automóvil y entra en un cementerio, el vehículo no ingresa por ser terreno consagrado, algo que con los años vi y leí en distintas historias y mitologías.

La película me gusto y me espeluzno bastante, a tal punto que durante la proyección del segundo film no podía quitar mis pensamientos de lo que había visto.

La función culmino a la 1 de la madrugada, el último colectivo a mi casa distante 20 cuadras del cine, pasaba a las 12,40 hs. Así que como cada sábado a la noche debería volver a casa caminando. Para acortar la distancia enumeraba mentalmente las películas que había visto ordenándolas por actores y nivel de fervor inducido.

Cuando llevaba unas diez o doce cuadras siento que me seguía un auto. Era color celeste clarito iba despacito al lado mío. Al rato me invitaba a subir y me decía que me acercaba hasta mi casa. Sugestionado y asustado solo atine a apresurar el paso. El conductor me decía que era tarde y que un chico tan bonito no debía andar solo por la calle, que me podía pasar algo y que el me cuidaría.

Ya a esta altura empecé a correr pasé la placita y entre en el descampado que tenía caminitos como senderos marcados por la gente al pasar por ahí. A los costados había malezas de pasto ruso o sorgo de Alepo que alcanzaban una altura considerable de un metro y medio. En esos yuyales me escondí. Al cabo de uno 40 min en que estaba callado sin hacer ruido salí, sigilosamente miré hacia ambos lados de la calle y no vi rastros del auto. Corrí las 2 cuadras hasta mi casa. Sigilosamente entre en mi hogar y ya en mi cama no pude conciliar el sueño meditando sobre lo que había vivido y pensando que era una especie de aventura. Hoy con el peso de los años reflexiono de lo que me podría haber pasado esa noche fresca de otoño.  

Rituales

Con mi madre tenemos ciertos rituales. Estructuras firmes y mentales que marcan nuestro diario vivir.

Entre esos rituales esta el de mirar ciertos programas de T.V. .

Los jueves a las 13:30 Hs vemos en absoluto silencio Booktubers, un programa con mucho amor por los libros. Conducido por Vanina Pujol en el cuál entrevista a escritores, estos cuentan su vida, su formación, sus gustos, anécdota y leen sus textos. El programa lo vemos los jueves, pero el sábado lo repiten a las 13:30 por Canal a y lo volvemos a ver y ahí vamos debatiendo e intercambiando pareceres. Veíamos a Julián López leer un fragmento de su novela Una muchacha muy bella (2013) y el sábado madre dijo mira le pusieron una muchacha muy linda y es en realidad muy bella. Mi madre tiene la particularidad de notar ese tipo de sutilezas.

Seguimos escuchando a Julián hablar de su libro de poemas Meteoro y después de cuáles fueron sus primeras lecturas. En este punto la miro y ella me mira: Me dice – Si ya se, ya se tu primer libro que leíste se llamó lector feliz y tenías siete años recién cumplidos. Yo sonrió. Madre monologa que me compró ese libro porque si quería leer y tenía esa necesidad primero leería lector feliz que era bien feo y después pasaría a libros de aventuras para niños. Siempre me reprochas y te acuerdas de eso, remarca con autoridad.

Madre como no recordar mi primera lectura por placer y mi primer libro que fue completamente mío cuando había aprendido a leer y escribir. Después vinieron muchos más como la vieja colección de libros Robin Hood tapas amarillas, donde me soñé pirata, explorador, guerrero Troyano combatiendo al lado de Héctor contra los Mirmidones. Pero Lector Feliz me marcó.

Mi vieja me mira pensativa y sentencia JL si te miran bien eres un inservible, pero si te comparan eres un genio.

Paradojas

Pasean perros como si fueran niños.

Pasean niños como si fueran perros.

Paradojas II

Tanto escribir tragedias para morir trágicamente. Esquilo murió 456 años antes de Cristo cuando sentado en una colina en Gela Sicilia un quebrantahuesos, especie de buitre, lo confunde con una piedra y deja caer una tortuga desde las alturas y lo golpea en la cabeza matándolo.

Poco antes de esto el oráculo le había profetizado que moriría aplastado por una casa, por esa razón se fue a vivir a las colinas.

Mi primer cassette

Esta historia habla de eso del primer cassette que tuve. No mi inició en el rock, eso fue un poco antes en un combinado con un disco que en otro momento narraré.

Comenzaba una nueva década que estaría marcada por el proceso militar que nos gobernaba y su caída, la guerra de Malvinas y la vuelta de la democracia. Entraba a séptimo grado y como comienzo de mi último año de primaria y por los buenos resultados que tenía aprendiendo inglés en I.D.I.C.A.N.A me regalaron un radio grabador (Mono) Pioneer, un chiche para la época.

Era el año 1980 y como no tenía ningún cassette mi padre me dio el dinero para que compre uno. Partí desde mi casa al centro en mi bicicleta Gt Mini que tenía 5 cambios, bocina, luces delanteras, luces de giro entre otras excentricidades de esas que siempre me han caracterizado (Mi hermano Roberto Carrizo seguro se acuerda).

Llegue a disquería record en el centro de Villa Dolores, en la vidriera recuerdo que había exhibidos cassettes de todos tipo de música. Entre los que me llamaron la atención estaba un bolichero Hurra Hurra Hay que linda vacación! Con el clásico de Boney M como caballito de batalla. 17 top hits (1980) Que traía no me gustan los lunes de The Boomtown Rats y Fui hecho para amarte de Kiss. Y un compilado de Kiss Paul Peter Ace y Gene. Un grandes éxitos con una selección de temas de los discos solistas de los cuatro Kiss. Después de escuchar rápidamente los cassetes me decidí por el de Kiss porque me cautivaron 4 temas: No te gustaría conocerme tema de Paul Stanley, New York Groove de Russ Ballard interpretada por Ace Frehley (que después me sonó muy parecida a zoom de Soda Stereo), Radioctivo y Te veré en tus sueños de Gene Simmons. En especial la risa maléfica con que inicia radioactivo que a mis once años me atemorizó pero también movió algo interno en mi que me llevo a indagar y buscar más de estos músicos que se pintaban la cara.

Ese fue mi primer cassette y como era el único creo estuve un mes escuchándolo varias veces por día y así me fui fanatizando con Kiss. 

El casamiento es el suicidio de los instintos

Mientras las hojas eran deslustradas por la brisa de las últimas semanas del año, los días se amontonaban como papeles sobre un escritorio. Para Juanjo pasaban con la parsimonia y monotonía de los que cazan amaneceres desde una celda.

Lunes, día difícil, que por suerte tras una ducha en las últimas horas de la tarde pasó.

Juanjo está resuelto a suavizar la aspereza de una mala jornada. Busca sus pantuflas y no las encuentra. Abre cajones, revuelve ropa. Escudriña debajo de la cama y detrás de los sillones. Todo con resultado negativo. Piensa que su esposa de verdad disfruta escondiéndole sus cosas.

Decidido a relajarse, descalzo se desmorona en el sillón bajo la luz de una lámpara de pie. Ojea la novela que lee desde hace unas semanas, trata de terminarla, relee y delibera sobre la historia.

Claudia interrumpe encendiendo la luz central y prendiendo la T. V.. La hora de la novela mexicana. La hora en la cual no puede hacer ningún ruido, ni interrumpir, ni tampoco concentrarse en sus cosas porque ella quiere compartir ese programa de t. v. con él. La hora que se parece a todos y cualquiera de sus días.

Medita sobre su vida, en cómo le gustaría estar escuchando el disco de vinilo de Charly Garcia Clics Modernos. Si cuando era soltero estaba mejor, aunque sufría de soledad. Si tenía más tiempo para el mismo. Si era ventajoso hacer lo que quería y no darle explicaciones a nadie.

Reflexiona: que era preferible ¿la soledad o esta cárcel sin rejas? Resignado concluye en que el casamiento es el suicidio de los instintos.

Paciente decide emendar este final de novela trágica al que conduce la trama de su vida. Mira a Claudia y le dice, tenemos que hablar.

José Luis Colombini

Amor prohibido

(Algunas canciones)

Dedicado al Maestro Heraldo Bosio

Eran los últimos sorbos de un fernet rebasado de espuma. Nuestras mentes en otros puntos cardinales. Las luces de la terminal de ómnibus iluminando aquel bar de madrugada. El deseo de huir nos dejaba ciegos de odio y de ternura.

No éramos más que amantes de tiempo restringido, de doble vida. Yo, un galán de sábado por la noche que se miraba los zapatos orinados. Vos, una mujer que dentro de una semana ibas a casarte. Ambos sentíamos que esa noche era la última, era la despedida. La gente de nuestro alrededor no nos importaba.

Los sonidos desde la triac desgranaban la noche, ella y yo acunados por la madrugada, la culpa y esa rara tristeza enmarcando los minutos.

Una silueta un poco encorvada, entró al lugar. Esa persona era un referente del medio popular, un producto de la más auténtica tradición de las fiestas patronales o de pueblo, un artista, músico de esos que le dan alegría a la clase obrera.

El contraste entre Van der Graaf Generator que sonaba de fondo y el artista popular era casi risueño. Afirmado en la barra pidió una ginebra. La gente no lo aclamaba, ni le palmeaba la espalda.

Con nuestras miradas, nos íbamos lejos. Té observaba fijo como un niño al que le quitan su juguete preferido. Los minutos corrían, aunque sabíamos que acá se abría un mundo nuevo separando nuestras vidas.

Tenía un sabor amargo en la boca, esa sensación de que el estómago va a juntarse con la garganta, pensaba que nunca más besaría a alguien con tanta pasión.

Me levante tomándola de la mano y la lleve a la barra. Me miro sorprendida pero no dijo nada. El artista, estaba solo. Por comentarios sabía que era un buen tipo, con un gran espíritu.

_Maestro, maestro -le dije.

Levantó la vista saludándome con un suave movimiento de cabeza. Estreché fuerte su mano y sonreí. De la medida de ginebra sólo quedaba el recuerdo.

_Maestro ¡Cásenos!

El ídolo popular me miró con una expresión muy seria, como buscando algo dentro suyo. Ella sonrió y nos besamos.

El maestro pidió otra ginebra, tenía mucha calle, sabía que una mujer podía amargarle la vida a uno.

_Usted debe casarnos -le ordené.

Bebió un sorbo de ginebra me miró como diciendo: Es penoso que el amor de una mujer solo sirva para poner en ridículo a un hombre.

Con su mano derecha cortó el aire en cruz, al tiempo que decía una frase en latín: "Est voluntatem Dei". De fondo sonaba Since I've been loving you de Zeppelin en un centro musical grundig que sintonizaba la triac.

Nos emocionamos y una lágrima se esquilo contra el suelo.

El artista me dijo algo que no alcance a oír bien, creo que nos dijo buena suerte.

La noche terminaba y con ella nuestra historia. Arranque el auto y nos fuimos sin ningún rumbo como la canción que desde la radio sonaba: Caminando por el lado salvaje de Lou Reed.

Estábamos bajoneados. Esta ciudad está llena de heridas de amor reflexioné y no sé porque pensé en el tema de Miguel Mateos. Me desmoralicé. Aunque lo más deprimente era la escenografía de una ciudad donde las calles lucían tan húmedas y solitarias.

Phil Collins reía desde Mama de génesis. Esta ciudad es terrible cuando alguien ríe de noche y uno está triste, te deja más triste y la vida y la noche se habían reído juntas de nosotros.


Caminando


Mientras camino acompañando a mi madre a hacer un trámite el posmodernismo y la modernidad pasan sin tocarnos.

Chicos que nos ofrecen boles de plástico de dudosa calidad, un carro con caballo descargando arena. En bicicleta un verdulero nos ofrece hortalizas de huerta. Compramos rúcula y berro.

En silencio me pregunto dónde fue cierta gente que ya no se ve. A veces esa gente me trae recuerdos, a veces esos recuerdos abren heridas que no cicatrizaron. Hoy por ejemplo me inquiero pensando dónde estará la chica que apareció en el video de New order de la canción the perfect Kiss del año 1985 y si este tema era un homenaje a Joy división ya que en una parte del video puede observarse colgado en una pared un poster de la banda Joy Division, el grupo post-punk que dio origen a New Order. Y si la silueta de una quinta persona dentro del recinto escuchando el tema sería un homenaje a Ian Curtis, el fallecido vocalista que se suicidó en 1980. Inevitablemente pienso en el poema de mi amigo Andrés Nieva Love Will Tear Us Apart (El amor nos destrozara).

Me cuelgo con esas cosas hasta que mis divagues son interrumpidos por la voz de mi madre comentando la situación del país y la angustia del duro vivir.

Un conductor insulta a otro por una mala maniobra. Violencia verbal y la violencia contenida pasan entre nosotros y nos empujan. Soy de naturaleza violenta e irascible pero trato de contenerme y no exacerbarme. Es algo que lo controlo minuto a minuto, hora a hora, día a día. Y es un trabajo interno que me llevó varios años lograrlo, previó haberle cagado la vida a los que a uno lo quieren, y del cual aún hay lastimaduras que de vez en cuando supuran.

Dialogo con mi madre: A la oración se sueltan palabras y se quiebran silencios, me mira y con sus ojos y sus labios me repite: "Si te miran bien eres un inservible, pero si te comparan eres un genio".

Las reflexiones de madre siempre me descolocan pero ciertas cosas me devuelven la fe en la gente y en el mundo. Una pareja caminando tomados de la mano, un esposo besando a su compañera, aunque sea con un beso hipotecado a una alta tasa de interés. Esas cosas que parecen simples a mi me devuelven la esperanza que perdí en un juego de naipes con la vida.

Ya de vuelta caminamos por una calle del pueblo donde vivimos, no una calle céntrica, una casi lateral o mejor dicho periférica. En el frente de alambrado olímpico, de un terreno donde solía funcionar un corralón de materiales para la construcción, cuatro adolescentes dialogaban. Al acercarnos y pasar a su lado nos sorprendimos al ver que uno tocaba en una armónica Love me do de los Beatles y le enseñaba a otro como hacerlo.

Con mi madre nos miramos y dijimos el mundo aún no está perdido.   





Supermercado


("Lost in the Supermarket")


El sábado fui a comprar la mercadería de la semana. Por lo general voy ese día al supermercado. Una costumbre que tengo desde hace varios años, quizás porque el consumir me hace, como a todos, feliz. O simplemente porque de lunes a viernes no me da el tiempo. Y como cada sábado de supermercado, voy acompañado de mi madre o acompañándola a ella quién sabe.

Mi madre es una persona especial, no le gustan las aglomeraciones de gente pero disfruta de perder tres horas recorriendo un lugar donde décadas atrás toco, por ejemplo Vilma Palma e Vampiros en pleno auge de la banda del pájaro Gómez. O caminar dentro de una edificación que cuando era niño era una cancha de futbol. Madre comenta: -Alguna vez jugaste aca y debes haber convertido algún gol. Sonrío y recuerdo la historia de Osvaldo Soriano cuando fue al super Carrefour donde antes era el gasómetro (La cancha de san Lorenzo) con el Nene José Sanfilippo y le contó el gol que le había hecho a Antonio Roma, arquero de Boca, "el gol más rápido de la historia", en la fecha 20ª del torneo de 1962. Mientras caminamos entre las góndolas cada uno con su carro miro hacia atrás. Rememoro la anécdota de Soriano y frente a los dulces de leche imagino la paro de pecho y con pelota dominada corro hacia el área pasando la línea de cajas y al ver que el defensor me sale al cruce meto un zapatazo y la clavó en el ángulo justo donde ahora esta el ventiluz de la cocina de Marta, la mama de Jorge (Gorgojo). Levanto los brazos como para festejar pero veo las miradas atónitas de algunos clientes y vuelvo a la realidad. Siempre fui malísimo para los deportes. Mientras mi madre me pregunta si necesitamos limpia horno seguimos en el ritual de las compras cada uno con su carrito adquiriendo las cosas necesarias.

Utilizo este día y esta actividad para oxigenar mi cabeza y mis sensibilidades, totalmente acalambradas. Yo fui ese niño al que le diagnosticaron con Trastorno negativista desafiante y Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Yo fui ese niño tratado con clorhidrato de metilfenidato y Concerta. Ese adolescente, al que llevaron a un curandero, preocupados por la música que escuchaba y los libros que leía. Y el sanador les dijo que debía dormir con una cofia de tela color verde en la cabeza. Cosa que no sirvió para nada.

Mientras recorro los pasillos del super sumo mentalmente, como una especie de gimnasia del pensamiento, para saber cuánto dinero llevo gastado. Pero me distraigo viendo a los consumidores, o con lo que mi madre me dice y pierdo la cuenta.

Una pareja por la forma dulce y amable que se tratan llevan poco de casados. La relación no está desgastada. ¿Por qué el desgaste de las relaciones? Quizás la rutina, la cotidianidad son los enemigos del amor y hay gente condenada a matrimonio perpetuo.

Algunos pensarán, es fácil darse cuenta como son los consumidores, si ves una mujer comprando poco y sin nadie acompañándola, te das cuenta está sola, igual con los hombres. Pero en estos tiempos de egoísmos cíclicos, de la cultura de salvarse uno, a nadie le interesa ese pensar.

Una señora lleva a su hijo en un carrito lleno de mercadería tapando todo, incluso al niño, como si lo más importante fuera el sustento diario.

Madre, como le llamo, se da cuenta de mis distracciones. Me hace volver a la realidad llamándome Luisssss Luissssssss, como cuando era un chiquillo y volvía de sus viajes trayéndome libros, discos y alguna ropa que no necesitaba. Siempre al llegar gritaba Luissssss Luisssssssss ya llegué. En la adolescencia un amigo, Walter Ochoa, solía torturarme con esa frase. Golpeaba la ventana de mi cuarto en las madrugadas e imitando la voz de ella me llamaba con el Luiiiisss ya volví. Despertaba sobresaltado y sonreía con ganas de asesinar a Walter.

Mientras recorremos los pasillos entre estantes con fideos y galletas, Madre habla y cita a Góngora y el uso del hipérbaton:

_ FORMIDABLE DE LA TIERRA BOSTEZO. Que forma de sintetizarlo y de describir un hueco en las piedras, me dice.

Los que pasan cerca nuestro nos miran como diciendo de donde escaparon estos desquiciados. Madre sigue su ponencia de como Dámaso Alonso, llevaba a cabo la proeza de repetir usando solo su memoria las sesenta y tres estrofas de la Fábula de Polifemo y Galatea.

_ Madre, estamos en el supermercado. Le digo.

_ Luis, es una forma de santificar y consagrar este lugar a través de canónicos textos, de escritores, y estudiosos de la Literatura.

Me tira otros versos de Góngora: "Pasos de un peregrino son errante / cuantos me dictó versos dulce Musa / en soledad confusa, / perdidos unos, otros inspirados."

Le digo Madre me gusta más Lope de Vega. Elle me responde deberías imitarlo y escribir 20 páginas al día. La miro sonriendo, al fin y al cabo es mi mamá.

Escucho gente murmurando lo caro que esta todo.

Entre las gavetas de potes y conservas observo como un hombre esconde un par de latas de picadillo entre sus ropas. Me incomoda, estoy más nervioso que el señor cometiendo el hurto. Sufro de vergüenza ajena, ciertas situaciones me perturban y esta es una de ellas. Me desazona más que Madre hablando de Góngora en el supermercado. Decido alejarme de ese sector rápidamente como espantado. Busco espuma de afeitar y shampoo como para purificarme.

Terminamos las compras, hacemos fila en la caja para pagar. Madre tiene la costumbre, según ella, para ahorrar tiempo de cambiarse de fila, vamos peregrinando, saltando de lado a lado y por algún hado extraño, siempre demoramos más que si nos quedáramos en la caja que elegimos al principio. O el de adelante, demora un rato porque tiene fondos insuficientes en su tarjeta, la registradora se queda sin papel, o se traba la caja.

De esa forma pasa el ritual de los sábados a la mañana. Entre gente apurada, niños en improvisados vehículos de paseos enrejados, hipérbaton, esperas, religiones de la vida, algunas botellas de vino, analepsis, queso, diálogos y jabón de lavar la ropa.

Antes de la pandemia solía hacer esto con mi madre, desde años, eran los sábados y los domingos. Pasábamos por 4 supermercados, creo que mi madre los censaba y en cada uno de ellos llevaba un tema en que ella monologaba y por ahí interactuaba o discutía conmigo. Extraño esas salidas aunque bueno ahora lo hacemos en la casa.


Lunes

Detesto los lunes, creo desde mi infancia, los domingos a las 8 de la tarde daban en la tv, canal doce, el único canal que se veía en traslasierra, Disneylandia.

La cortina musical del programa decía: "el mundo es cascada de colores, mágico mundo de colores". Cuando sonaba esa música me sentía deprimido, me embargaba la tristeza y una sensación de vacío ocupaba mi ser. La antesala del lunes me abatía.

En la adolescencia escuché la canción de Bob Geldof no me gustan los lunes, desde esa vez me di cuenta que coincidía con él.

Hasta el día de hoy me sigue pasando lo mismo. Aunque trato de aprovechar el fin de semana, de exprimirlo hasta el último minuto siempre me agarra esa desazón, esa profunda tristeza, esa sensación de pérdida, esa orfandad. Sé que deliro. Tengo días llenos de sucesos. Semanas donde me atiborra el trabajo. Donde la lectura escapa por el ventiluz de la casa. Donde las palabras juegan a las escondidas con mi propia pesadumbre. Cuando llega la tristeza no sé qué hacer con ella, donde esconderla. Como no tengo más espacio en mi casa, me la dejo apostada en mi ser hasta que tropiece con un andurrial donde arrinconar su desamparo. Y es ahí cuando me resbalan las ideas, me entumecen mis pensamientos. Camino, escucho jazz, y no despejo las ensoñaciones que acarreo en mis hombros.

Al final concluyo los días laborales en una espesura donde se han propagado las responsabilidades, las pretensiones salariales, la venta de libros, la música que me gusta escuchar, los compromisos literarios, un whisky, algún libro que he empezado a leer, una charla con amigos y varias situaciones inesperadas y a veces cómicas.

Hoy es lunes y llovizna, estoy feliz porque la lluvia me hace feliz.

Miro las gotas estrellarse contra el parabrisas de Sombra gris y en el estéreo suena September in the Rain por Lester Young. Recito en voz baja Rapsodia en la Lluvia de Olga Orozco. Estaciono, voy jugando a la rayuela con los charcos. También pienso en El Gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald mientras me abraza una ráfaga de viento. Miro los edificios parecen todos iguales cuando llovizna, frente a la puerta de un tinglado hay una pareja que discute.

El me parece cara conocida, pero no sé de dónde.

Ella le grita mirándole con irritación y desprecio: - " George B. Wilson eres tan tonto que no sabes que estás vivo." Lo exclamó con ironía y burla.

Un auto de color amarillo estaciono frente del taller, desde adentro alguien sonreía con malicia y ella le guiñaba un ojo. El mecánico los miró con ojos que aceptaban esa verdad que muchos no pueden reconocer.

Pensé que George B. Wilson, podría convertirse en el asesino de su esposa y su amante. Pensé que no debería matar a Jay Gatsby y mucho menos suicidarse. Pensé que Gatsby merecía la oportunidad de ser feliz.


Jose Luis Colombini


El Amor

El amor que cosa el amor, que patraña siniestra, que sentimiento, que desazón. Hablar de amor es a veces hablar de belleza. Otras en cambio es hablar de olvidos, traiciones, celos, soledades, obsesiones.

Los enamorados disentirán conmigo y no tendré como refutarles sus teorías porque ellos están viviendo plenamente el sentimiento, esa especie de embobamiento existencial.

Los que hayan sufrido o padecido el amor, quizás en algo estén de acuerdo o simpaticen conmigo.

Hablaré de mí, así tipo diario íntimo, como para vomitar los venenos que me carcomen por dentro.

Yo no creía en el amor, eso tiene que ver con mi historia personal. Mi Tía María Angustias, así se llamaba, desde chiquito me decía: "al mundo se viene a sufrir, este es un valle de lágrimas". Ya sé, los graciosos acotarían que otra cosa va a decir con ese nombre. Cantaba algo así: "el amor el amor el amor, cuantas mentiras se dicen por amor".

Ella solía cuidarme. Hablaba mucho conmigo machacándome: el amor es un estado de la mente. Inculcándome no te enamorares nunca. Solo provoca infelicidad y sufrimiento. Lo único que conseguirás será te extirpen el corazón. Esa operación es muy dolorosa, sin anestesia y la herida jamás deja de doler ni de sangrar.

La Tía me decía: Mira tú prima Analía, unos 15 años mayor que yo, ahí está de amante de su jefe, casado con familia. Enamorada de otro y meta sufrir nomás.

Yo miraba a Analía, escuchaba como hablaba por teléfono, en especial cuando de sus labios dejaba caer un Te Amo, Te Adoro que le ajaban la sonrisa. Esa imagen me marco y no sé por qué. Miraba e intentaba escribir con mis ojos de niño desde mi uniforme de marinerito.

Fui creciendo y cada vez más descreyendo del amor apoyándome en los autores que me gustaban como Enrique Symns que dijo: "aquí el amor es una carta que las miradas jamás se escriben".

O Alejandra Pizarnik: "no las palabras no hacen el amor hacen la ausencia".

Como dice el Negro Dolina: El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar.

Sintiendo que el verbo amar no se puede conjugar en imperativo.

Una novia de la adolescencia a quién le toco padecerme me culpo de que el amor en mi sea una carta que las miradas jamás escriben y mis palabras deshagan el amor, construyan un muro de ausencias. Un día muy enojada me gritó: Eres un desamorado. Ese término me gustó.

Otra que muchas veces me entendió, comprendió, ayudó. Terminó diciéndome: El amor en tus labios es una vulgar palabra.

Quizás por no poder definir el amor sufrí especies de traumas existenciales, pero creo el amor en sí no tiene definición. Los sentimientos ¿cómo se definen? son tan abstractos. Se imposibilita ponerles un rótulo. Bueno esto lo reflexiono con el diario del lunes digamos.

En mi temprana adolescencia, ya había dejado atrás los sueños de ser arqueólogo, buscar Troya, hacer una tumba para Héctor. Tenía en claro dos cosas, primero quería ser escritor, segundo me había enamorado de la literatura.

Con mi Tía María Angustias siempre leíamos, hablábamos de la vida. La escuchaba y sabía de su penar, faltando unos tres meses para casarse su novio le dijo que necesitaba un tiempo y que no sos vos, soy yo o algo por el estilo.

A pesar de mi búsqueda interior, mi descreimiento, mi pastichismo, de todo lo vivido escribí un par de poemas toscos que eran como un listado de lugares comunes apilados en columna. Y también un par de poemas podemos decir decentes si se quiere, al menos a criterio de mis amigos.

Hoy que ya mi Tía murió, mi adorada María Angustias, según mi madre de tristeza, encuentro la calma robándoles los sueños a los enamorados. Creyendo que el amor es una palabra que dos labios destejen al mismo tiempo.


Jose Luis Colombini